La limpieza de suelos hidráulicos con quitacemento es uno de los mayores errores que podemos cometer cuando se limpian baldosas hidráulicas. El quitacemento es un producto ácido (aguafuerte, clorhídrico, salfumán), estos ácidos atacan la caliza y de esta manera se consiguen quitar los residuos de cemento en una limpieza final de obra.
El problema se nos presenta cuando el suelo sobre el que está adherido el cemento tiene la misma composición que el propio cemento. Si limpiamos con un producto ácido quitaremos el cemento superficial, pero también estropearemos la textura superficial del suelo hidráulico además de despigmentarlo.
Un suelo hidráulico que ha sufrido un ataque ácido estará rugoso y se le verán marcas claras que nos indican perfectamente como se ha provocado ese ataque ácido. En los suelos hidráulicos con textura rugosa la suciedad se adhiere con más facilidad y con el paso del tiempo se pondrán cada vez más negros.
Para solucionar este problema, lo primero que se nos vendrá a la cabeza es pulir el suelo hidráulico. Para realizar esta tarea debemos andar con mucho cuidado, ya que las baldosas hidráulicas, a diferencia de los mármoles, tienen una capa de color que oscila entre los 3 y 5 milímetros. Si intentamos pulir la baldosa hidráulica tal y como se hace con un mármol corremos el riesgo de comernos la capa de pigmentos y cargarnos las baldosas hidráulicas. Por otro lado, los quitacementos pueden despigmentar en su totalidad la capa de color del suelo hidráulico, al igual que haría la lejía con cualquier tejido.
Nuestra empresa, desarrolla un método para corregir este tipo de problemas. Podemos mejorar en gran medida el suelo hidráulico, recuperándole el color y suavizando bastante la rugosidad provocada por la limpieza del suelo hidráulico con quitacemento. Estos resultados dependen del nivel del ataque ácido provocado, de los colores de las baldosas y de la fabricación del suelo hidráulico.